Desaparición de las palomas
El primero en notarlo fue un abogado canadiense que andaba por Dubai como turista. Había salido de comprar antialérgicos en una farmacia, y eligió volver al hotel por una calle distinta, como para conocer un poco más el barrio, cuando se encontró con unas doce o quince palomas tiradas en el piso, desparramadas a lo largo de dos cuadras. El resto de los transeúntes no parecía prestarle mayor atención al hecho, quizás enfrascados en pensamientos acerca de sus quehaceres cotidianos. El abogado, por su parte, como buen hombre de su tiempo, tomó algunas fotos con su smartphone y las subió a un par de redes sociales. Unas seis horas después, docenas de imágenes similares capturadas por otras personas en diversas partes de Dubai ya eran cargadas y comentadas por muchas personas, intrigadas por el curioso hecho, manifestando sentimientos tales como la ira, la aberración, la indignación, la alegría y la simple curiosidad.
Durante los días subsiguientes, los avistamientos de palomas muertas en la ciudad comenzaron a ser cada vez mas comunes: un verdulero se encontró con cinco plumíferos muertos delante de su local cuando llegó temprano a abrirlo, un taxista escuchó tres fuertes golpes sobre el techo de su auto luego de dejar a un pasajero en su destino, una pareja holandesa debió interrumpir su mutuo y poco disimulado manoseo en un callejón tras el grito de la chica al levantar la vista y descubrir alrededor de veinte cadáveres de palomas en un rincón. También era usual ver una o dos aves fallecidas en el suelo en cada cuadra mientras uno caminaba.
Pronto la noticia pasó de internet a los diarios, las radios y los televisores, donde las distintas cadenas de noticias especulaban con lo que podía estar sucediendo: los fuertes vientos de Dubai, depredadores y envenenamiento eran las causas más plausibles. Las condiciones climáticas fueron descartadas pronto, ya que no habían cambiado prácticamente nada en los últimos años, y las palomas no habían empezado a morirse sino hasta unos pocos días atrás. Distintos aparatos de observación aviar, colocados en puntos estratégicos de la ciudad, no permitieron observar a ningún depredador, sino sólo palomas cayendo al caminar o en pleno vuelo, y alguna que otra pareja rascando en una azotea sin temor a ser vista. Algunas de esas filmaciones fueron luego subidas a internet, en especial las partes no concernientes a las palomas, y les dieron una ganancia de dinero bastante aceptable a los responsables. Por otra parte, las diversas autopsias que se realizaron a diversos ejemplares no arrojaron resultados contundentes acerca de envenenamientos, pero sí fueron encontradas muchas de esas porquerías que las palomas suelen tragarse al confundirlas con comida.
Algunos salieron a culpar al gobierno, el cual dijo en su defensa que estaba haciendo todo lo posible por llegar al fondo del asunto, y de paso dio a entender que, para ellos, los responsables eran los de la oposición, que siempre ponían palos en la rueda. También se culpó a los inquilinos del Hotel Khalifa, gente por demás extraña y de la que en general se decía que andaba en cosas raras; aunque a ningún inquilino pareció molestarle la acusación, ya que todos los entrevistados parecían muy trastornados al no poder ubicar sus respectivas habitaciones. Otros lo adjudicaban a una avivada del abogado canadiense que había llegado demasiado lejos, iniciando así especie de demencia social que condujo a una matanza masiva de palomas, aunque lo cierto es que el hombre jamás se había animado a quitarle la vida siquiera a una hormiga y que la gente de Dubai andaba demasiado enfrascada en sus propias preocupaciones como para andar matando pájaros. La paranoia llevó a prohibir darle de comer a las aves en las plazas, y hasta se llegó a detener e interrogar a un vagabundo que intentó hacerlo. Esto llevó a la muerte por inanición de algunos gorriones, acostumbrados a obtener su comida de manera gratuita en las plazas e incapaces de conseguirla por sí mismos. Un mes después del primer avistamiento de palomas muertas, ninguna de las hipotéticas causas había sido comprobada, mientras las redes sociales explotaban de comentarios al respecto.
Transcurridas seis semanas desde que el abogado canadiense tomara las primeras fotos, el interés público había empezado a decaer junto con el número de palomas muertas que podían verse por la calle, aunque lo cierto es que tampoco se veían muchas de ellas vivas por ningún lado. Pasados dos meses, ya no se veía a ninguna paloma sobrevolando Dubai, ni esperando ser alimentada en las plazas, ni tragando piedras tomadas por miguitas en las veredas o azoteas. Todo daba a entender que habían desaparecido, o que se habían muerto todas. Más extraño aún resultó el hecho de que en las ciudades vecinas seguía habiendo palomas, y no sólo no se habían reportado muertes misteriosas, sino que además ninguna se había aventurado a volar dentro de Dubai, como si una suerte de extraña conciencia acerca de lo que pudiera pasarles allí pesara sobre ellas.
El gobierno, si bien no tuvo ninguna responsabilidad comprobable sobre el hecho, no tardó en ver los potenciales beneficios de adjudicársela: entre los hechos positivos de su gestión, en plena campaña electoral, destacó el haber convertido a Dubai en una ciudad libre de la peste de las palomas que la azotó durante años. Los distraídos ciudadanos, sin embargo, demasiado ocupados como para preguntarse si las palomas alguna vez fueron tantas o si molestaron mucho, elogiaron la hazaña y reeligieron al gobierno.
El abogado canadiense se convirtió en una popular figura de internet, creando un blog en el que comenzó por subir sus fotos de las palomas muertas en Dubai. Sin embargo, al volver a Canadá se encontró con que la mayoría de las palomas con las que uno se encontraba allí estaban vivas, por lo cual decidió empezar a tomar fotos de insectos y otros animales muertos, aunque jamás se animó a matarlos por su cuenta ni a alentar a nadie para que lo hiciera, sino que pedía a sus amigos y conocidos que lo llamaran cada vez que encontraran el cuerpo exánime de algún ser vivo. Con el tiempo, su fotografía fue mejorando y empezó a ampliar su target hacia los animales vivos, y más tarde a personas, con giros cada vez más artísticos. Su trabajo se hizo muy popular en menos de un año, gracias a lo cual fue convocado por varias agencias para tomar fotografías de sus modelos. Tardó poco en abandonar la abogacía para montar su propio estudio fotográfico y dar conferencias acerca del poder de las redes sociales.
Seis meses después de las elecciones en Dubai, un oficinista del barrio de Boedo, apellidado Oczark, se topó con seis cadáveres de palomas en la esquina de México y Misiones. Jamás había oído de Dubai ni de aquellos sucesos. No llevaba su cámara en la mochila, y el celular se lo había olvidado en su casa. Enarcó brevemente las cejas, en un gesto que podía indicar tanto una leve curiosidad como su preocupación por llegar a tiempo al lavadero, y siguió de largo, mientras un par de palomas caían a sus espaldas.