Nota 4
Que una silla de mierda cueste cinco mil pesos es el colmo de las forradas. Es algo donde uno apoya el culo, nada más. Si me dijeran que va a ser la silla más cómoda del mundo lo vería como algo más creíble, pero cualquier persona con experiencia (entiéndase por experiencia el extendido arte de haber usado sillas) y con dos dedos de frente se puede dar cuenta de que tal cosa no existe, de que cada silla mantiene una especie de relación distinta con el culo y la espalda de cada persona. No hay tal cosa como una silla universalmente cómoda. El problema son los forros que se dan más importancia a sí mismos de la que en realidad tienen, creyendo que son mejores que el resto por la mera acción de comprar una silla comercializada, construida y diseñada por otro conjunto de forros con los humos altos, que lo único que hicieron para justificar su precio (además de probablemente explotar empleados, claro) fue hacerle al primer grupo de forros de que su producto y su nombre son mejores y tienen más relevancia que los del carpintero del barrio que te vende un juego de cuatro sillas iguales por un octavo del valor de esta.
El marketing debería ser una herramienta orientada a que el consumidor esté satisfecho pagando algo que tenga relación con lo que finalmente obtiene. No está mal que existan cosas caras. Lo que está mal es que algunas (incluso la mayoría) de las cosas caras no aporte un beneficio concreto mayor al de un producto similar con precio más bajo. Lo que está mal es que haya hijos de puta que te hacen creer que lo que ellos venden es mejor que lo del competidor, cuando no lo es ni en pedo, y así le embarran la cancha al consumidor. Ya sé que es parte de una estrategia de mercado por completo válida, pero eso no lo hace menos garcha.