Ya es mañana

Siempre se vuelve, eventualmente. O al menos hasta que un día no volvemos más, pero ahí ya es tarde para notarlo. Podemos escaparnos de lo que somos durante un rato, tomarnos un descanso, ponernos un disfraz, soñar, pero al final siempre se vuelve.

Está en nosotros volver igual que antes o volver con algo más. Que el camino de regreso esté lleno de escollos, que el tránsito esté colapsado, que el vuelo sea turbulento, o que no haya nada que nos impida una vuelta tranquila, una ruta casi vacía, un cielo sin vientos, un suelo llano. Que llueva, o que sea un día sombrío, o un día soleado. También está en nosotros la propia actitud frente a las circunstancias, porque el viaje puede ser complicado, pero nuestra moral débil. O al revés.

Está en nosotros que el sueño haya sido un mero instante del que recordamos poco y nada apenas despertamos, que reprimimos y olvidamos porque cuenta tantas verdades dolorosas acerca nuestro que no queremos oír, y que esquivamos diciendo que no tenemos tiempo para eso, para sentir algo. Así como también está en nosotros tomar ese sueño, forzarnos a recordarlo y a tenerlo presente para ser conscientes de que ese que se fue y volvió, si bien sigue siendo el mismo, también es un poco distinto, porque vio cosas que no había visto, aceptó cosas que no aceptaba y rechazó otras que no rechazaba. Y también porque está dispuesto a rever su obra, a modificarla donde sea necesario, a mejorar lo bien hecho y rechazar lo que no sirve. Y a no hacerlo solo. Porque solo no se logra nada. Y si se logra, no hay nadie más que pueda valorarlo.

Ningún sueño es un sueño más, y ningún viaje nos deja sin marcas. Siempre estamos volviendo, aunque nos movamos de un lugar a otro. Ningún sitio es nuestro hogar tanto como lo son todos. Nunca estamos del todo despiertos ni dormidos. Las cosas nunca son iguales, por más que intentemos convencernos de lo contrario.

Hoy es un día tan bueno como cualquier otro.

Odisea en Marte

No hay lado oscuro, solo sombras
Ya no me aterra ser tan solo un punto más
Ni la distancia me acongoja
Tras la ventana, lejos del hogar

No quiero llaves de lo que conozco
Prefiero usar mi tiempo en algo más cabal
Como pisar arenas rojas
Dejar mi marca en esta muda eternidad

La realidad es artificial
No hay enemigos, no hay hogar

No quiero destruir lo que no entiendo
Ni puedo ver con esta máscara, en verdad
Pasarán años hasta que comprendan
Que lo que tengan nada importará

Algunos son como estas lunas bajo el sol
Que se alimentan de pánico y terror
Y tu sonrisa es una excusa ideal
Para ocultarte a todo, salvo al tiempo

La realidad es artificial
No hay enemigos, no hay hogar
No hay verdad ni necesidad
Solo inventamos para olvidar

Ya no vendrán más días como hoy
Mañana se habrán ido todos
No hay enemigos ni verdad tras el telón
Y las estrellas son un sueño

Cigarettes

And he was sitting by the swimming pool
But he was scared, ‘cause it wasn’t his time, it wasn’t his chance
Getting older’s not been on my plans
But it’s never late, it’s never late enough for me to stay

La voluntad enjaulada

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Sin esta voz no soy nada
Y siendo nada, no hay dolor
Pero el silencio no paga
Por lo que sé que no soy

Solo, soy sólo un hombre más
Inclinado ante el vacío
Doblado en el saber

¿En dónde está tu dolor?
¿En dónde está tu amor?

La voluntad, enjaulada
Por la costumbre y por el temor
Lo cotidiano es un ancla
Y lo soñado no es hoy

No digas nada que no entienda
Es tan cómodo el silencio
Y esta paz, y no cambiar

¿En dónde está tu dolor?
¿En dónde está tu amor?

Orbitando en ningún lado
Con mis respuestas a elaborar
Nunca he dejado de amar
Quizás de hablar

No hay un camino, hay lo que veo
No sé qué te da paz
Y no entiendo en dónde estás

¿En dónde está tu dolor?
¿En dónde está tu amor?

Jorge Panchero

Algo de algo

Todos se burlan de su apellido en la oficina. Es el empleado más viejo de la empresa, y no tiene absolutamente ningún rango. Nadie duda de que trabaja a destajo, pero tampoco se sabe a ciencia cierta que es lo que hace (algo relacionado con ventas, aparentemente, aunque se dice que no del todo). Intenta contar anécdotas de sus años de juventud constantemente, pero casi todo el mundo encuentra algo más importante que hacer en el medio de la conversación. Nadie se siente identificado con nada de lo que dice o hace, aunque no parece ser poco querido por sus compañeros. Un día cayó a la oficina con una panchera, y desde ese momento no pararon las jodas, aunque todos agradecían los panchos. Los jefes le pidieron que deje de hacerlos todos los días, porque a los socios japoneses les parece insultante el olor a salchicha, aunque solo visiten la empresa dos veces al año y siempre pidan que se los atienda en la puerta. Ahora solo puede hacer panchos los viernes, pero ese es día de empanadas, y algunos también piden delivery.

Homecoming

I write about these little things that mean so much to me
I feel like such a selfish prick at times like this
I guess that I can be
What can I say, I’m sorry?

Hace dos o tres años de la muerte de Tony Sly. Nunca fue uno de mis músicos favoritos, y le di muchas oportunidades a No Use For a Name para gustarme. Pero por alguna razón hoy llegué a un par de artículos sobre su fallecimiento que me llevaron a escuchar sus dos discos solistas.

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Nota 8

Todos, invariablemente y a veces de las maneras más inconscientes, nos creemos mejores personas que alguien en algún sentido u otro. El vegetariano cree ser mejor que el que come carne. El deportista cree ser mejor que el que se queda tirado en la cama. El escritor que escribe se siente mejor que el que está bloqueado. El que vota al PRO cree ser mejor que el kirchnerista. El programador con 10 años de experiencia cree ser mejor que el principiante.

No me parece del todo mal que esto pase. Pero sí creo que es nocivo el hecho de que nos apoyemos tanto en nuestras propias validaciones subjetivas que terminemos creyéndolas objetivas o absolutas. Terminamos durmiéndonos en nuestros propios y ficticios laureles, y descuidamos esa búsqueda que supuestamente nos hizo mejores personas. Mientras tanto, para seguir auto-validándonos, continuamos recalcando lo lejos nuestro que están los que no son como nosotros.

Lo mejor y lo peor no son medidas objetivas ni absolutas (de hecho, ninguna comparación lo es). Tienen que ver con nuestra propia creencia acerca de lo que hacemos y con la opinión de quienes nos rodean. Esas cosas que nos hacen mejores y tienen que ver con habilidades innatas o desarrolladas a través del tiempo, si bien pueden medirse y compararse hasta cierto punto, no son las que nos definen. Lo que nos define es lo que hacemos con ellas, qué tanto trabajamos por mantenerlas o desarrollarlas a través del tiempo. Los cambios de costumbres o actitudes que nos diferencian de como éramos en algún punto del pasado son etapas por las que ya pasamos y que a lo sumo nos mejoran con respecto a nosotros mismos, no con respecto a los demás. No nos dan una verdadera autoridad moral para decir que somos superiores por hacer algo determinado, y que el otro es inferior por no hacerlo. Ni siquiera el conocimiento es del todo cuantificable. Conocemos nuestra vida y lo que nos llevó a donde estamos, pero no podemos decir lo mismo del otro, porque no sabemos realmente cómo vive ni qué lo llevó a hacer o a no hacer las cosas que hace o no hace.

Ni la habilidad ni la experiencia nos hacen necesariamente mejores con respecto a los demás. Como mucho nos hacen avanzar con respecto a nosotros mismos, y deberíamos tener eso más presente en nuestra vida cotidiana.

Milton Pajero

Diseñador de experiencias heterogéneas

Cuenta con una colección de porno egipcio que se ubica entre las tres más grandes del continente. Nunca aprendió a usar la suite de Adobe, y todos sospechan que su trabajo en realidad lo hace un compañero de la facultad, ya que durante su tiempo en la oficina solo se lo ve navegando sitios de búsqueda de empleo. Tiene un deseo irrefrenable de quedar bien con cualquier persona que vista medianamente elegante, y varios de sus compañeros se han aprovechado de eso al ir de traje a la oficina. Le gusta patear linyeras cuando sale tarde del trabajo, pero también cuando le va bien en un parcial. Es vegetariano, pero dice que el pollo y el pescado no cuentan como carne. Tiene problemas para pronunciar la erre, los cuales excusa diciendo que nació en Francia. No obstante, en oportunidades se lo escuchó diciendo que nunca fue más lejos de la General Paz por miedo a las personas de piel más oscura.

Desde arriba

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Heráclito el oscuro de Éfeso escribía en enigmas. Decía no ocultar la verdad de sus palabras, sino hacerla evidente tan solo para aquellos preparados para conocerla. Pero, ¿no es esa tambien una forma de ocultamiento? Si bien rivales y seguidores dijeron sus propias verdades, ¿quién puede asegurar contar con la verdad, con tantas versiones autosatisfechas en conflicto? ¿No modifica la verdad aquel que la reproduce? ¿Sigue siendo la verdad si se la modifica? ¿Depende todo del punto de vista del que cuenta o del que escucha?

Heráclito nos llevó a plantearnos nuevas preguntas, pero solo él conoció sus verdaderas intenciones. Así como solo quien nos engaña sabe lo que pretende de nosotros.

El tiempo nos desgasta y traiciona al pasarlo entre interrogantes. Pero también lo hace si vivimos sin preguntas, si no creemos en nada ni nadie, o si lo hacemos ciegamente. No son pocos los que abandonan la lucha o cambian banderas y rumbos de forma constante. ¿Cómo creer en estas mismas palabras? ¿Cómo decir cuales son los límites de la duda?